Manifiesto Astrológico
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Para mí la astrologia es un lenguaje que remite a algo profundamente humano, cuyas claves todos reconocemos de manera intuitiva. Sin embargo, no todos se sienten llamados por este lenguaje y su vibración, y eso es muy válido. Jamás te fuerces a una lectura porque te la regalan o sientes mera curiosidad intelectual. Deja que tu alma resuene y desde ahí siente si la astrología traza un camino para ti o no.
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Como todo lenguaje sagrado, la astrología está llena de paradojas. Por una parte la carta natal es un mapa estático del momento de tu nacimiento, pero al mismo tiempo está en constante expansión, no sólo por los movimientos (tránsitos, revoluciones, progresiones), sino porque su misterio va develándose por capas en la medida en que tu nivel de conciencia se amplía.
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Todo mapa (en especial el natal) es un holograma.
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Toda lectura implica revolver el caldero y debes estar preparad@ para los movimientos internos y externos que ese acto implica.
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Una carta se despliega en directa proporción al compromiso, al coraje y a la honestidad radical de el/la consultante. Mientras más vulnerabilidad, más riqueza.
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Toda sesión de lectura constituye un ejercicio de hemisferio derecho por sobre el anhelo de claridad e hiperanálisis del izquierdo.
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La astrología no es un lenguaje de interpretaciones unívocas y exactas, sino el reino de la paradoja. En ti pueden coexistir posibilidades expansivas y contractivas a partir de un mismo símbolo. Así, la energía puede emerger en su luz y en su sombra; en alta y baja vibración. No existe un único camino o un único cauce de expresión. Tu egótica historia personal (generalmente contada desde la víctima -todos la tenemos-) coexiste con la narrativa grandiosa del alma, y ambas pueden ser leídas o identificadas en tu carta. Digo “ambas” como si constituyese sólo una dualidad, y la verdad es que este lenguaje holográfico es multidimensional, sólo que la mente, acostumbrada a estos ejercicios de división simple, separa en antagonismos.
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“Ay, como mi Saturno está en Escorpión en cuadratura a la Luna, yo soy así y mi madre es asá”. Ok. Nuevamente las explicaciones simplonas del ego. Es decir, Saturno posee su influjo sobre ti, impacta en tu energía (y, según este juicio, de manera funesta, desgraciada o maldita). ¿Y cómo influyes tú en la grandeza de Saturno o de Plutón? ¿Hasta dónde estás dispuest@ a abrir nuevos surcos y nuevas posibilidades creativas para los planetas? Si los planetas son dioses y diosas, ¿quizás no te enviaron a experimentar nuevas posibilidades para ellos? ¿No podría ser tu carta una invitación pionera a la creación de nuevos patrones que expandan la conciencia de esos planetas? ¿Cuál es tu ofrenda?
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Toda lectura es una interpretación, no una verdad. Dicha interpretación pasa necesariamente por el cedazo del o la astrólog@. Dependiendo de cuál es la experiencia directa, encarnada, danzada, llorada y celebrada de un planeta (o un emplazamiento o aspecto, el diálogo entre ellos), será la lectura que haga el intérprete, pues ha conocido cimas y simas de cada energía y desde ese potencial y desde sus propios puntos ciegos habla. Por eso toda lectura no es más que una pincelada en un vasto mar de posibilidades que ni siquiera atisbamos (pero vale la pena la pincelada o revolver el caldero para dinamizar la energía del otro).
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Estoy un poco en desacuerdo (y he tratado de revisar si es envidia o resentimiento), con la astrología de Instagram o redes sociales… Celebro la divulgación, pero creo que (salvo excepciones) es una astrología más para el consumo, de recetas baratas y poco reflexiva o atenta a la dimensión simbólica y su misterio. Creo que en ese espacio a veces se pierde el carácter sagrado y el discurso astrológico se transforma en un hato de consejos acerca de qué hacer o qué pasará con Marte conjunción Urano… Y de ahí lo predictivo está a un paso… Ahora, eso no quiere decir que yo misma no trate de deconstruir en mí por qué tanta mala prensa con lo predictivo (es un tema a revisar).
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Ya lo he dicho antes, pero lo reitero: toda lectura es un ejercicio de ida y vuelta. Los planetas te hablan, te determinan y de igual modo tú les hablas e impactas a los planetas. Sólo que la primera opción es más cómoda y pasiva. La segunda implica asumir responsabilidad. ¿Hasta qué punto tu vida es una forma de honrar a ese entramado?
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Como el mapa del cielo es para mí el mapa de la conciencia, y la carta describe tus propias vías neuronales, creo que en la medida en que encuentres formas de borrar ciertos surcos dolorosos que te sitúan en tu “ser pequeño” y abras nuevas vías sinápticas para tu grandeza, la carta se va modificando. Puede que el dibujo sea el mismo y, sin embargo, todo ha cambiado. No lo olvides: es un holograma.
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Como creo que esta realidad es un sueño, un experimento de laboratorio, una matrix, los lenguajes sagrados son una forma de recordar cuáles son los principales acuerdos sagrados e hitos dentro de la ficción.
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A veces la astrología actual reafirma esta idea que yo misma sostengo de “la astrología es un lenguaje y no una creencia”. Hoy me pregunto: ¿qué habría de malo con que fuera una creencia? No olvidemos que la astrología occidental se erige en medio de las columnas marmoladas del panteón griego. ¿Acaso los dioses no constituían una creencia o, acaso, representaban un lenguaje? Por eso hoy esta frontera entre lenguaje sagrado o creencia religiosa se me diluye. La peleé tiempo atrás, pero ya no. Creencia o lenguaje; religión o arte sagrado, lo cierto es que los dioses griegos, como lo podrían ser los mayas o los árboles en la cosmovisión celta, son trascendentes piezas del ajedrez de esta matrix; son portales que nos conectan con la verdad del alma.